Realidad y Fantasía.
Una de las cosas que más me gustan de leer libros es que te abren una puerta a otro mundo. Durante el tiempo que te hayas inmersa en sus páginas dejas de ser tú y pasas a ser la protagonista que arriesga su vida, la maga con grandes poderes mágicos capaz de salvar el mundo, o simplemente una tercera persona que observa como ocurre todo como si fuera la espectadora de una película.
Hay veces que necesitas olvidarte de como es tu vida, necesitas olvidarte del día tan malo que has tenido o de aquella discusión tan dolorosa, hay momentos en los que necesitas sentir que eres alguien más, alguien mejor.
El único problema de eso es que hay que saber encontrar la raya que marca el límite, porque... ¿Qué ocurre cuando haces de la realidad del libro tu propia realidad?
Se te crea una venda invisible en los ojos, al principio tan imperceptible que nadie la nota, y, a medida que pasa el tiempo, aprieta más y tú ves menos.
Ves menos la realidad tal y como es, y más como te gustaría que fuese. Vives engañado, estafado, y lo más trágico es que te lo has provocado tú mismo.
Luego, llega un momento en el que tropiezas con una piedra en tu camino que no habías visto, y no hay nada más doloroso que quitarte la venda en ese momento, y ver realmente como es tu herida de grande y profunda.